Pertinente Introducción
El
ser humano, a lo largo de su historia como ser
social, ha preservado para la posteridad los más loables valores y
preceptos de vida, que -transferidos a las generaciones futuras- pretenden pautar
en éstas las mejores recomendaciones en torno a una vida satisfactoria en todos
los ámbitos de su desarrollo individual y colectivo.
Esa
información de antigua data es el ADN cultural y espiritual en la conformación
de la sociedad humana; esta carga valorativa reside ineludiblemente en un
transmisor primario llamado ancestro,
quien encarna la mayor experiencia en diversas materias de la convivencia, el
estudio y el conocimiento, cuyo papel es la preservación del acervo cognitivo
de la sociedad a la que pertenece. Por tal motivo, todas las sociedades en la
actualidad convergen en el concepto universal que otorga el reconocimiento colectivo
hacia este mayor poseedor de información, llamándolo: Sabio, y a la información que posee: Sabiduría.
Partiendo
de este hecho concreto, podemos decir entonces que los sabios son hombres y
mujeres con un cúmulo de información constatada luego de transcurrido el ensayo
y error pertinente para que se produzca el aprendizaje con una experiencia
recabada en el estudio de un hecho, fenómeno particular o simple experiencia de
vida.
A
lo que vamos
La
conjura necesaria para dar paso al latinoamericano fue la mezcla de todas las
pieles, culturas y creencias, y así nos hicimos de un continente de acervo
mestizo, híbrido y mixto, del cual se hizo posible lo que hoy día somos como Sociedades Americanas.
Por
ello, el ser Yoruba en este continente tiene más asidero en la Regla de Osha –
Ifá establecida por nuestros mayores afrocubanos que en la lejana tradición
nigeriana, pues por razones propias de la distancia, los primeros que llegaron
con la colorida gama de fe africana tuvieron que unirse y resolver con lo que
tenían a mano ante las condiciones adversas impuestas por su opresor, forjando
una nueva práctica religiosa dónde: se hacen misas católicas a los muertos, se
inicia en Mayombe, se usa el estado de trance en misas espiritistas, al mismo
tiempo que se consagra en kariosha y se lleva a los Iyawoses a tocar la puerta
del templo de un dios distinto y distante al Panteón Yoruba.
De
ahí que Olúo Popó sea menos popular que San Lázaro, que Santa Bárbara supere en
seguidores a Shangó el Alafin de Oyó. Sin llegar a conclusiones prematuras,
podemos asentir que con el llamado sincretismo se vale todo y todo cabe, siendo
cada vez más lejana la preocupación de los religiosos por el estudio serio del
ser Yoruba que se forjó en Cuba, simplificando a juicio y gusto particular del practicante
la liturgia y lo que considere conocimiento, incurriendo en muchos casos en el desestimo
del dogma, del corpus ético y litúrgico, que existe pero no se estudia o se
desconoce, por lo que se reproduce información dispersa como calco y copia de
lo que otro repite sin reflexión alguna de su procedencia o que cónclave de
mayores son su fuente.
Paréntesis
La
mayoría de los sacerdotes, sacerdotisas e iniciados en la fe yoruba en
occidente, en específico Latino América, somos producto de la diáspora africana
que llegó a este continente luego de la trata esclavista europea, por ende,
mucho de lo que tenemos como acervo religioso y cultural tiene en sí elementos
originarios de la áfrica materna y mucho de lo propio de esta región, haciendo
de nuestra práctica religiosa una forma mestiza de ser Yorubas.
Cuba
fue el punto de partida en América que dio paso a la expansión de Ifá / Osha y
debe entenderse con esto, que también se transfirió al resto del continente
mediante la religión la cubanidad, es
decir, la cultura y modos del ser
religioso en cuba. Ejemplo de ello tenemos que muchas palabras provenientes
de los modismos cubanos se usan en Colombia o Ecuador o Venezuela en medio del
uso litúrgico del lucumí yoruba, así como también, observamos en algunos
religiosos no cubanos la hilarante actitud de cambiar sus acentos naturales al
modo cubano al hablar de Osha o Ifá, cometiendo el desatino de creer que la
trasferencia de información religiosa
estrechamente ligada a cuba cobra autenticidad en el uso del acento del
pueblo antillano.
Soy yoruba
Nuestros
mayores religiosos -bajo la guía de sus antecesores en dicho rol- han tenido
que transitar el escabroso camino del ensayo y error para ir descubriendo la
eficacia de los métodos adaptados a este continente, y pulsar por una
inevitable evolución religiosa luego de que la fe Yoruba trascendiera la
frontera del continente africano. Por el cual, este hecho naturalmente humano
lleva consigo qué la practica en si misma tenga de cada uno de nosotros un
enfoque particular que es parte de toda la suma de formas para ejercer el
fondo, más claro aún, cada uno de nosotros suma a la práctica y a la conformación
de los métodos de práctica de la liturgia religiosa, sin que esto derogue o
eche al olvido la base constitutiva del conocimiento, y la experiencia ya
sistematizada de nuestros mayores.
Sin
embargo, cada vez hay menos reflexión individual y colectiva en la actualidad
respecto al ser Yoruba en este continente, con una raíz africana que no se
moderniza o se resume o corrompe por razones de practicidad al servicio del
desconocimiento, que genera un aluvión de interrogantes a quienes desean saber
nuestra idiosincrasia, da motivos a quienes nos atacan e infunde desconfianza
en quienes quisieran sumarse a la vida religiosa. Y el problema no es otro más
que el no tener claro el camino de lo que se es, y es más fácil asumirse en el
moquete de santeros impuesto por el
opresor, y practicar a la deriva una mutación de algo que parece yoruba. Dicho
esto, debemos afrontar sin ánimo de encarnar algún prejuicio, que también como
hecho humano lo negativo viene impreso en el hecho religioso y decanta
ineludiblemente en el decir: si mal lo aprendiste mal lo enseñarás.
Hay
que asumir que somos yorubas, producto de una diáspora acantonada en cuba y
mestizos como todo este continente, que tenemos una corriente histórica y cultural
que nos define y reside en nuestros mayores y en la cadena jerárquica que
tenemos en cada casa pues todos devenimos de un linaje, acudamos al estudio, a
la preocupación del: cómo se hace, por qué se hace, dónde nace, cómo se dice y
qué significa, sin que haya más limitaciones que las de interés propio del ser
religioso y lo que podamos encontrar en esa búsqueda de conocimiento.
¡Eshu
es aseidad! Ashé to iban Eshu
Centauro
Saher / Awó ni Orumila Iwori Ogundá
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