La pregunta que sigue al típico, porqué los santeros sacrifican animales es: ¿Por qué es tan cara la santería? ¿No es acaso una práctica espiritual?
Ante
esta interrogante, muchos religiosos por razones de desconocimiento, falta de
orientación y hasta por inocencia, apelan a la sencilla pero escasa respuesta,
diciendo que se cobra por el esfuerzo en
términos de tiempo y entrega que requiere la liturgia de cada ceremonia, por el
número de personas e insumos que se emplea en estas, por lo cual la religión también
es un trabajo. Dejando por sentado y a libre entendido de quién interroga,
que en esta religión y en su práctica, el lucro personal viene de la mano con
la fe.
Es
así como las personas que abordan este tipo de interrogatorio por sana
curiosidad, quedan con la sensación de
estar hablando con el gerente de una compañía que debe calcular costos de
producción y ganancias, y no con un guía
religioso que se forma para orientar el camino espiritual de las personas. Por
ende, esto da pié a toda clase de especulaciones que -con mordaz insidia- zahirieren
la imagen del pueblo Yoruba; feligresía que honestamente pacta con la fe y el
servicio religioso para el crecimiento espiritual y el bienestar colectivo de
esta gran humanidad.
En
este contexto, tiene fácil cabida para los enemigos de nuestra fe recrear un
mundo pagano catalogado como corrupto e
inmoral, cuyos practicantes no solo andan por el mundo adorando demonios
(a según) y sacrificando animales, sino que además, especulan, estafan y
desangran la economía de quienes POR NECESIDAD asisten a sus consultas y se
prestan a participar en estos rituales y ceremonias.
Ahora
bien, visto desde afuera y con toda la mala saña del caso, pareciera que la santería es una excusa para el lucro, un
circulo vicioso en el que se capta a un neófito para el sustento personal de un
padrino o madrina, quienes bajo una subordinación irrefutable pagan por cuanto
tenga que hacerse por su bienestar material y espiritual, hasta que este a su
vez, alcanza también alguna jerarquía que le permita armar su propio pueblo y continuar con el ciclo.
Ante
esto, pareciera acertada y necesaria la crítica en contra de la santería, pero no todos pueden ser
juzgados bajo la misma premisa, hay una alta responsabilidad en aquellas personas
consagradas en Osha - Ifa que por total ignorancia de nuestros dogmas, principios
y valores pervierten el fin de nuestra religión y su lugar en el mundo, haciendo
de nuestra liturgia una malversada practica de excesivo lucro y especulación.
Es oportuno y necesario aclarar, que nada de lo
descrito en líneas anteriores es mandato de nuestras deidades y, como en cualquier
otra religión, la responsabilidad es exclusiva de los hombres y mujeres que en
ella se afilian, por tanto, los desaciertos, malas prácticas, desmanes y
desvíos, son errores propios de humanos donde el egoísmo, la egolatría y la
avaricia tienen cabida.
La
religión Yoruba es una cultura primigenia de alta riqueza cultural y valores
espirituales, que ineludiblemente determina en la búsqueda de la armonía entre
los seres humanos y toda la vida en la tierra, como en toda religión, el amor
es un hilo conductor entre los dioses y los seres humanos y por amor toman
partida por nosotros y nosotros les agradecemos sirviendo y amando al ser
humano.
Imaginen
por un momento como llegaron nuestros mayores a América, por nombrar un
significativo ejemplo: la travesía de un otan de orula viajando en el estómago
de un Awó que cruzó un continente para sembrarse en estas tierras y florecer en
lo que conocemos como Osha e Ifá, no teniendo más opción un esclavo al ser
arrancado de su tierra que traer sus dioses en el corazón y los secretos de la
fe en su mente.
Existen
parámetros de conciencia que nos conducen, estos fueron establecidos en nuestro
corpus litúrgico y en la forma de vida promovida por los mayores que fundaron
las bases de nuestra religión en este continente; en el mismo ejercicio de
imaginación invitamos a los religiosos yorubas a preguntarnos ¿con qué podría
pagar un esclavo la ceremonia de kariosha en una barraca hacinado y encadenado?
¿En qué condiciones se consagraron los awoses que tuvieron la alta tarea de
preservar los secretos de la áfrica materna? Es difícil imaginar, en medio de
un campo de explotación de seres humanos, a un yoruba mandando a comprar
cazuelas de cerámica y porcelana para que nazcan los Orishas o calculando su
derecho según la tasa inflacionaria del
día por realizar tales ceremonias.
Definitivamente
algo cambió con el transcurso del tiempo, y es desalentador pensar que la
distancia no es de años sino de valores éticos del ser religioso yoruba,
alguien acuñó la idea de que se debía cobrar como comerciante por lo que debe
ser una misión, ayudar al ser humano.
Vamos
finalizando, el presente artículo es un planteamiento extenso e inacabado, es
una invitación a la reflexión para quienes hemos sido llamados a ser guía de
pueblos en la fe yoruba, y por ende debemos servir de ejemplo y enarbolar los
más altos valores que posee nuestra religión, ya bastante atacada por la
ignorancia y el oscurantismo religioso, y empañada drásticamente por iniciados
y practicantes que juraron ante los Orishas sin dejar de abrazar sus miseria
personales.
Culmino
reconociendo que los sacerdotes y sacerdotisas yorubas, como cualquier otro
líder espiritual en otras religiones del mundo en estos tiempos modernos cobran
por oficiar, ya que es una posibilidad grata vivir en el ejercicio pleno de la
fe que promovemos, y el hecho económico está presente en ello, está previsto en
nuestro corpus y cosmovisión, pero muy lejos está de la especulación y la
avaricia, la legitimidad que tenemos de cobrar está signado en nuestro primer Oddun
de Ifa Baba Egiogbe Meyi, y explica cómo por mandato de los mayores hemos
obtenido eso que llamamos Derecho.
Centauro Saher / Awó ni Orumila Iwori Ogunda
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