lunes, 2 de enero de 2017

El derecho es un mandato, la avaricia es un tropiezo




















 La pregunta que sigue al típico, porqué los santeros sacrifican animales es: ¿Por qué es tan cara la santería? ¿No es acaso una práctica espiritual? 

Ante esta interrogante, muchos religiosos por razones de desconocimiento, falta de orientación y hasta por inocencia, apelan a la sencilla pero escasa respuesta, diciendo que se cobra por el esfuerzo en términos de tiempo y entrega que requiere la liturgia de cada ceremonia, por el número de personas e insumos que se emplea en estas, por lo cual la religión también es un trabajo. Dejando por sentado y a libre entendido de quién interroga, que en esta religión y en su práctica, el lucro personal viene de la mano con la fe.

Es así como las personas que abordan este tipo de interrogatorio por sana curiosidad, quedan con la sensación de estar hablando con el gerente de una compañía que debe calcular costos de producción  y ganancias, y no con un guía religioso que se forma para orientar el camino espiritual de las personas. Por ende, esto da pié a toda clase de especulaciones que -con mordaz insidia- zahirieren la imagen del pueblo Yoruba; feligresía que honestamente pacta con la fe y el servicio religioso para el crecimiento espiritual y el bienestar colectivo de esta gran humanidad. 

En este contexto, tiene fácil cabida para los enemigos de nuestra fe recrear un mundo pagano catalogado como corrupto e  inmoral, cuyos practicantes no solo andan por el mundo adorando demonios (a según) y sacrificando animales, sino que además, especulan, estafan y desangran la economía de quienes POR NECESIDAD asisten a sus consultas y se prestan a participar en estos rituales y ceremonias.

Ahora bien, visto desde afuera y con toda la mala saña del caso, pareciera que la santería es una excusa para el lucro, un circulo vicioso en el que se capta a un neófito para el sustento personal de un padrino o madrina, quienes bajo una subordinación irrefutable pagan por cuanto tenga que hacerse por su bienestar material y espiritual, hasta que este a su vez, alcanza también alguna jerarquía que le permita armar su propio pueblo y continuar con el ciclo.

Ante esto, pareciera acertada y necesaria la crítica en contra de la santería, pero no todos pueden ser juzgados bajo la misma premisa, hay una alta responsabilidad en aquellas personas consagradas en Osha - Ifa que por total ignorancia de nuestros dogmas, principios y valores pervierten el fin de nuestra religión y su lugar en el mundo, haciendo de nuestra liturgia una malversada practica de excesivo lucro y especulación.

Es  oportuno y necesario aclarar, que nada de lo descrito en líneas anteriores es mandato de nuestras deidades y, como en cualquier otra religión, la responsabilidad es exclusiva de los hombres y mujeres que en ella se afilian, por tanto, los desaciertos, malas prácticas, desmanes y desvíos, son errores propios de humanos donde el egoísmo, la egolatría y la avaricia tienen cabida.

La religión Yoruba es una cultura primigenia de alta riqueza cultural y valores espirituales, que ineludiblemente determina en la búsqueda de la armonía entre los seres humanos y toda la vida en la tierra, como en toda religión, el amor es un hilo conductor entre los dioses y los seres humanos y por amor toman partida por nosotros y nosotros les agradecemos sirviendo y amando al ser humano.

Imaginen por un momento como llegaron nuestros mayores a América, por nombrar un significativo ejemplo: la travesía de un otan de orula viajando en el estómago de un Awó que cruzó un continente para sembrarse en estas tierras y florecer en lo que conocemos como Osha e Ifá, no teniendo más opción un esclavo al ser arrancado de su tierra que traer sus dioses en el corazón y los secretos de la fe en su mente.

Existen parámetros de conciencia que nos conducen, estos fueron establecidos en nuestro corpus litúrgico y en la forma de vida promovida por los mayores que fundaron las bases de nuestra religión en este continente; en el mismo ejercicio de imaginación invitamos a los religiosos yorubas a preguntarnos ¿con qué podría pagar un esclavo la ceremonia de kariosha en una barraca hacinado y encadenado? ¿En qué condiciones se consagraron los awoses que tuvieron la alta tarea de preservar los secretos de la áfrica materna? Es difícil imaginar, en medio de un campo de explotación de seres humanos, a un yoruba mandando a comprar cazuelas de cerámica y porcelana para que nazcan los Orishas o calculando su derecho según la tasa inflacionaria  del día por realizar tales ceremonias.   

Definitivamente algo cambió con el transcurso del tiempo, y es desalentador pensar que la distancia no es de años sino de valores éticos del ser religioso yoruba, alguien acuñó la idea de que se debía cobrar como comerciante por lo que debe ser una misión, ayudar al ser humano.

Vamos finalizando, el presente artículo es un planteamiento extenso e inacabado, es una invitación a la reflexión para quienes hemos sido llamados a ser guía de pueblos en la fe yoruba, y por ende debemos servir de ejemplo y enarbolar los más altos valores que posee nuestra religión, ya bastante atacada por la ignorancia y el oscurantismo religioso, y empañada drásticamente por iniciados y practicantes que juraron ante los Orishas sin dejar de abrazar sus miseria personales. 

Culmino reconociendo que los sacerdotes y sacerdotisas yorubas, como cualquier otro líder espiritual en otras religiones del mundo en estos tiempos modernos cobran por oficiar, ya que es una posibilidad grata vivir en el ejercicio pleno de la fe que promovemos, y el hecho económico está presente en ello, está previsto en nuestro corpus y cosmovisión, pero muy lejos está de la especulación y la avaricia, la legitimidad que tenemos de cobrar está signado en nuestro primer Oddun de Ifa Baba Egiogbe Meyi, y explica cómo por mandato de los mayores hemos obtenido eso que llamamos Derecho


Centauro Saher / Awó ni Orumila Iwori Ogunda



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