Proverbio africano
Este artículo está dedicado plenamente a la mujer y su posición innegable en el mundo; más allá de un hecho coyuntural conmemorativo, su presencia inconmensurable e imprescindible es el bastimento de las simientes de la humanidad. Particularmente en este texto, hago un aparte y profundo énfasis al ineludible lugar que ocupa la mujer en la religión Yorùbá, base fundamental de nuestra cosmovisión y referente pleno e inmediato de vida.
El legado religioso de nuestras mayores, así como su poderosa fe, forman parte de la herencia que ha trascendido toda dificultad, dando cuenta de un profundo sentido de sacrificio otorgado por la gallardía femenina para que llegara hasta nosotros la sabiduría ancestral que atesora el áfrica, madre de la humanidad. Este aluvión de conocimiento encontró en la mujer indígena americana la misma esencia de ser portadoras del saber antiguo de la naturaleza, para resguardar el equilibrio natural de nuestro mundo con el universo, enseñándonos desde el vientre el amor que nos hiciera uno con la tierra.
Prominentes mujeres escribieron su nombre en la historia de la diáspora Yorùbá que fundó la regla de Osha e Ifá en Cuba, y luego en Latino América. Un ahijado, una casa, un pueblo y la energía de orisha empezó a florecer en estas tierras, en la vida de hombres y mujeres que encontraron en Orisha la esperanza de una vida larga y apacible, al servicio de nuestras deidades y la humanidad. Debemos profundo agradecimiento, respeto y reconocimiento a las mujeres que en medio de la adversidad y la doble explotación -por mujer y esclava- fundaron ramas para unificar familias, costumbres, tradiciones de origen común y establecer lineamientos consolidados en los rituales de adoración y veneración de Orisha. Muchos nombres engrosan la larga lista, como también muchas gigantes anónimas sumaron su aporte a nuestro acervo cultural y de conocimiento, siendo algunas de ellas: Rosalía Gramosa Efunshe, Ma´ Monserrate González Obatero, Timotea Albear Latuan, Fermina Gómez Osha Bi, Aurora Lamar Obatolá, Susana Cantero Omi Toké. Muchos nombres que son nuestro linaje religioso, nuestra raíz fundacional, y en el caso especial de Venezuela tenemos a Juana María “La Niña” Montes de Oca Osha Inle a quien debemos agradecimiento pleno.
Y es que la presencia de la mujer y lo femenino en nuestra cosmovisión y fe es prominente, indiscutible e insustituible; lamentablemente ha existido a lo largo del tiempo una suerte de empeño en cercenar la verdadera relevancia de la mujer y lo femenino en nuestra practica de Osha/Ifá afrocubana, donde individualidades -desde alguna jerarquía- han ido restando a la historia de nuestra diáspora el legado prominente de la mujer en la fundación de la regla y la proliferación de la adoración de Orisha en este continente, reduciendo a la mujer al trabajo doméstico y de servicio a los hombres de la religión.
Es así como en la actualidad podemos toparnos con comentarios peligrosamente misóginos y machistas que no solo develan la pobreza en conocimiento y espíritu del hombre religioso que las emite, sino que además, estas tienen eco en grupos sociales que emiten críticas perniciosas hacia nuestra religión, como también desde otras corrientes de la fe Yorùbá, donde se nos acusa de subordinar a la mujer a los preceptos y designios establecidos por desvíos interpretativos de Odù. Es una necesidad de justicia con la historia sostener ese debate, y que se recupere no de hechos, sino en derechos, la figura de la mujer en nuestra regla.
Para recrear un poco lo que digo, y para establecer un punto de reflexión, evoco para este texto el Odú Ika She o Ika Fa, dónde nació la sagrada palabra de Orumila, a través de Ela, hijo primogénito de Olofin y Aiye, de quién descendieron ocho hijas nombradas por Ela como: Oyekun, Odi, Ojuani, Okana, Osa, Otrupon, Irete y Oragun. También nombró ocho hijos como: Ejiogbe, Iwori, Iroso, Obara, Ogunda, Ika, Otura y Oshe. Estos hijos e hijas espirituales de Ela quedaron como herencia a su padre Olofin, luego de que Ela se transfigurara en la Palma Sagrada de donde nacen los ikines que revelas los secretos del padre creador Oloddumare a través de Ifá.
Según este pataki del Odú Ika Fa, replicado exactamente en muchos tratados, nos revela que los meyis no son masculinos en su totalidad, que hay un equilibrio equitativo de ocho masculinos y ocho femeninos entre ellos, es decir, que no estableció un número mayoritario entre masculinos y menor entre femeninos, donde se podría explicar, que estos se replicaran entre sus hijos los omoluos por la gracia del desequilibrio; todo lo contrario, tomando como referente fehaciente este pataki, el equilibrio entre lo femenino y lo masculino ante Oloddumare y para Ifá es equitativo.
Es posible entonces preguntarnos ¿En qué momento los tratados empezaron a llamar Babá a todos los meyis, que en todas sus historias son nombrados masculinos, tanto en sus obras en el cielo como en la tierra? ¿Dónde quedó la dualidad que conforma a los meyis en femenino y masculino? Así como ¿En qué momento todo lo relevante y preponderante de nuestra regla se hizo exclusivamente masculino? ¿En qué momento las mujeres dejaron de hacer y de ser la historia como las mayores mencionadas en párrafos anteriores?
Es necesaria la reflexión colectiva en torno a estás y muchas otras interrogantes para seguir creciendo y poder avanzar cada vez mejor y con transparencia en nuestra fe.
Para finalizar este texto dedicado a las madres de nuestra religión, les comparto un pataki del Odù Oshe Sa para dejar a la reflexión del lector la capacidad de sacrificio de la mujer en nuestra cosmovisión; para todas las madres del mundo, un profundo agradecimiento.
- ¿Onishé Orisha?
- Onishé Addimú…
Es el modo común de saber consultar a los oráculos de adivinación de Osha e Ifá, que un orisha regente o manifiesto en la consulta nos hace saber si requiere de algún sacrificio de nuestra parte para alcanzar el iré, el buen augurio y la tranquilidad espiritual que siempre solicitamos de manos de orisha. Esta, es una sus explicaciones…
Addi e Imu, los hijos de Yemayá
En este camino Olofin estaba muy bravo por las cosas que sucedían en la tierra y les retiro su amparo y protección a los seres humanos.
Las cosas empezaron a marchar mal en la tierra y todos los santos trataron de lograr la benevolencia de Olofin para con los hombres, pero todos los sacrificios y ofrendas que le hacían, ninguno tenía la virtud de conmover a Olofin.
Yemayá tenía dos hijos: Addi e Imu -los senos de Yemayá- que eran muy queridos por ella y representaban toda su realización en la vida, pero preocupada por el destino de la humanidad, por su sentimiento e instinto natural de madre del mundo, ofreció a Olofin la cabeza de sus hijos a cambio de que él otorgara el indulto a los hombres de la tierra.
Así Yemayá, ofrendó a sus hijos Addi e Imu, para salvar a la humanidad y que volviera a tener la benevolencia y bendición de Olofin.
Olofin conmovido por tan hondo gesto maternal, perdonó a los hombres de la tierra y dijo: Addi e Imu, es la más grande ofrenda, la más bella, la más desinteresada que he recibido, Addimu será entonces lo más grande que se pueda ofrendar a mí y a los demás Orishas.
Es por eso que Yemayá es la reina del mundo y diosa de la humanidad universal.
Addimu: es tan amplio que todo sacrificio u ofrenda puede considerarse como tal, recibir un osha, dar un tambor, un animal, etc.
Ashé to iban eshu.
¡Modupé Iya! Apetevi Iború, Apetebi Iboyá, Apetebi Iboshshé.
Centauro Saher Awó ni Orumila Iwori Ogunda
@asheifaoro / @puebloyoruba
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